miércoles, 28 de octubre de 2015

cintas de vhs que ya ni se ven...

A veces creo que se abre el abismo dentro de mi. Y lo absorbe todo. A veces, creo que lo único que hizo que fuera capaz de asentarme en ese todo, fuiste TU.


Que todo el resto del tiempo, ya sea mirando hacia delante o mirando hacia detrás, que en verdad es lo mismo pues la rueda del tiempo es circular, simplemente te estaba buscando.


Y maldigo la hora en la que te encontré porque entonces ya solo quedaba perderte.


Y te perdí muy pronto.


He reubicado mis jugadas y movimientos una y mil veces. He pulsado el botón de Rewind, de Pause, de REC, de Stop…de Play otra vez pero no funciona!
He hilvanado durante eones cada pequeño momento, el más superfluo de los detalles, la más minima mirada, para tejer una perfecta sincronía de sucesos que no me dejaran equivocarme ni en el más sutil de los gestos. Que compusieran una obra Magna, Perfecta en su totalidad, Eterna…


Y sin embargo siempre te vuelvo a perder al final de la cinta. No hay más minutaje y por mucho que la apriete hace ya tiempo que anda gastada, rallada, pulida…


Me quedo con el ruido y el crujido, con el desasosiego del pensar que hubiera podido ser perfecto pero no lo fue…


Y me fundo con un Universo Infinito en el que hay mil espejos, que reflejan a su vez millones incontables de vidas paralelas en las que podría perderme para siempre, y sin embargo no vuelves a aparecer en ninguna parte, y todo está lleno de este vacío innombrable que no se agota jamás…


Estoy bebiendome un tercio en la barra de un bar, a esas horas y enb esos días en las que solo gente desquiciada y que huye de si misma se asienta a llorar punk frente a una cerveza…


Viviré para siempre en un desorden emocional constante, el cual va cambiando de nombre cada puñado de años, pero que sigue persiguiendo el imposible, el ideal, el amor romántico, aquello que pdría haber sido y jamás será…


Estoy nadando entre el fango leyendo a Keret y  sumergiendome a cada minuto, para cazar estrellas que pienso caídas pero que en realidad siempre estuvieron ahí arriba, y que verdaderamente, nunca lucieron al alcance de mi mano.


Cualquier día, se, a ciencia cierta se, que me despierto en una orilla y no recuerdo nada. Y entonces puedo reir otra vez sin comprender porque llevo salitre engarzado en los recovecos del alma, porque me sabe la boca a amargo, porqué los ojos se me han gastado (de no verte nunca más)... y entonces soy libre y me enfundo en mi sonrisa de ensueño y esperanza.


Entonces puedo recomenzar por donde empecé. Entonces puedo volver a emprender la busqueda que me llevará siempre a tu boca.


Tu boca de la cual ni recuerdo ni quiero recordar que no hay que beber jamás.